lunes, 30 de mayo de 2011

El poder de nombrar (parte 3 y final)

Ya no veo nada, me encuentro sumergido en el humo. El humo me ahoga, se huele la sangre humana calcinada, pero esto no es una guerra, todo es una simple consecuencia. El humo que respiro, y que aun no nos deja ver, no se siente como pólvora. La usina gigante consume todo y desecha su humo oscuro e inicuo. Mi caída términa directamente en el corazón de la máquina, ahí donde no sólo se consume el carbón, sino también las almas de los hombres.

Esta máquina consume a hombres y naturaleza por igual, pero primero los mastica con palabras, como siempre, son las palabras de nuestro tiempo, las palabras de moda. Esas creencias que nos hacen ver, que se apropian del mundo, desde una determinada visión de mundo. Nacen así de estas nuevas religiones, los sumos sacerdotes de la modernidad.

La máquina económica: Las tecnologías del cercado y las actuales palabras de moda.

Hoy por hoy todo lo que empiece con "eco" está de moda, principalmente las palabras maestras y estudiadas de  la "eco-logía" y la "eco-nomía". Hace un tiempo éstas palabras tenían tanta distancia como la astrología de la astronomía, pero hoy ya se están tomando de la mano, a través de fuertes palabras de moda. Revisemos un poco esa historia.

El antropólogo y economista Karl Polanyi, describió el proceso de industrialización como un cambio profundo que requirió muchas transformaciones en todos los planos de la sociedad, sobre todo en el de las palabras. Para que la industria progresara, según él, era necesario compensar el costo de invertir  en maquinaria haciendola producir constantemente, para ello se necesitaba materia prima y mano de obra constante. Para suplir esta necesidad, los industriales necesitaron organizar la vida social a través de una institución que hasta esa fecha no era central, pero que fue convertida en tal, el mercado. El mercado alimentaba así a las máquinas  industriales "cercando", envolviendo o empaquetando los "dones de la naturaleza" y convirtiéndolos en "materia prima". Lo mismo ocurría con las "personas" que ingresaban a "el mercado laboral" para convertirse en "mano de obra". La industria había "cercado" o renombrado la realidad para que fuese absorbida, vista y entendida por el "mercado", enajenando la realidad y monetarizandola.

El efecto "intelectual" de este cambio fue el surgimiento de la "economía política" , que no sólo explicaba los fuertes cambios de las sociedades que se industrializaban, sino que también contribuían a que estos cambios se concretaran, haciendo los cálculos necesarios para aplicar la regla del dinero a la realidad, llegando a ser la disciplina que puso de moda la frase "todo es dinero". Es que el análisis resultaba tan fructífero que no dudaron a aplicarlo a otras esferas que no tenían mucho que ver con el campo de la economía. Así, los economistas (clásicos o marxistas), no dudaron en extender el análisis del "mercado autoregulado" y "la regla del dinero" a toda la historia humana y ahora último también a todas las dimensiones humanas.

Desde el Chile de los años '90 en adelante, según el sociólogo Jorge Larraín, se ha estado experimentado los efectos este peculiar análisis, sobre todo a través de la institución que más ha marcado ésta época industrial: La empresa. La empresa reemplazó no sólo a la idea de fábrica, como símbolo de la industrialización, sino que también quiere reemplazar a otras instituciones como la familia, la iglesia, el arte. No hace mucho las empresas se imaginaba a sí mismas como una gran familia, la "empresa familiar". Hoy, no son pocos los que piensan a su familia como una empresa. Así, en Chile, todo se mide con el parámetro de la empresa. El empresario es el héroe nacional, todos son empresarios (si tienes un quiosco eres micro-empresario, si vendes tu trabajo eres empresario) y el "emprendimiento" es una de las palabras de moda que describen el mejor valor humano. La descripciones del emprendedor como "arriesgado", "valiente", "pujante", "líder", son acompañadas además por "innovador". "Emprendimiento", "innovación", "liderazgo", palabras de moda que impregnan nuestra realidad.

El crecimiento económico: la fe de la economía.

¿Por qué estas palabras de moda, sobre todo "innovación", son tan importantes dentro del esquema económico?

Un punto de gran debate que suele esconderse bastante, pues se piensa superado, es el del crecimiento económico. En general no existe un consenso o una explicación satisfactoria sobre qué es, por qué se produce o si realmente existe.

Tradicionalmente el crecimiento económico se intenta medir a través de las expansiones o contracciones del Producto Interno Bruto(PIB), una forma de contabilidad anual, que compara año a año y entrega el porcentaje de crecimiento según esta diferencia. Un aspecto importante sobre el PIB es que no existe un indicador que mida con precisión al largo plazo los efectos de la inflación (como aumenta el precio de los productos) en el PIB (lo que lo aumenta artificialmente), por otra parte se contabilizan los aspectos positivos (como la construcción) y los negativos (como la demolición) como productivos. Asimismo sólo mide producción, lo que implica que lo que se desgasta y acumula (como basura) no se considera perdida, o sea no considera la durabilidad ni calidad del trabajo realizado. Finalmente hay que considerar que para que el crecimiento económico tenga causas exclusivamente productivas, el crecimiento debe superar al crecimiento de la población. Sumando y restando, las cifras del PIB no son las más eficaces para demostrar el crecimiento o medirlo. Sin embargo se entiende que este de verdad sucede y es experimentado en algunas sociedades, lo que lleva a pensar a alguna gente que si hay más ricos acá es porque hay más pobres allá. Una idea muy basada en los principios del "equilibrio", que muchas veces son un deseo más que un efecto posible.

Sin embargo, y pese a lo dificultoso que resulta medir precisamente el crecimiento económico, se pueden visualizar notables avances de las economías (al menos del punto de vista en que el crecimiento es igual a aumento de la productividad), aunque sí hay un punto en que el principio del equilibrio importa, ya que como reza la primera ley de la termodinámica "nada se crea(o pierde), todo se transforma", existe un limite al crecimiento. Estos limites están dados por la cantidad de naturaleza que puede transformarse a "materia prima" y asimismo por la energía, trabajo disponible o mano de obra. Es acá donde ecología y economía se conocieron por primera vez.

Desde el comienzo de la ciencia económica, se pensaba que era el trabajo la principal fuente de la riqueza (para Smith y Marx), pero con el tiempo también se agregaron otras causas, como aumento del capital, aumento de la tecnología o aumento del conocimiento. Sin embargo todas estas causas tienen un factor en común, contribuyen a transformar la realidad en productos medibles por la regla del dinero, lo que evidentemente suma a la contabilidad del PIB. El trabajo transforma la naturaleza en productos con precio, el capital organiza la fuerza productiva, la tecnología permite que lo que antes no era transformable hoy lo sea, además aumenta la productividad per capita.

Así, la "innovación" contribuye a la contabilidad del PIB, en la medida que no crea, sino que pone precio a lo que antes no tenía. Eso es contribuir al "cercado" de la realidad. Un ejemplo de innovación es la tecnología de las categorías jurídicas sobre la "propiedad intelectual", un concepto bastante abstracto, pero que permite monetarizar las ideas, lo que antes parecía gratis. Recientemente, se ha introducido en Chile una nueva "innovación", que consiste en registrar los códigos genéticos como propiedad intelectual, cercando la naturaleza viva como nunca antes. Otra innovación interesante es lo que ocurre con los bosques de la región del Bio-bío y la Araucanía en Chile, con la industria forestal, que transformó bosques "improductivos" o "poco productivos", en plantaciones eficientes y medibles para el PIB, pero que descontó todas las calorías que obtenían las poblaciones cercanas en productos que recolectaban gratuitamente de allí, como frutos silvestres o madera de alta calidad de especies nativas.

Es también cierto que existen otras innovaciones que parecen no hacer daño, sino simplemente cobran por un servicio que antes no existía. Suele decirse eso de las autopistas concesionadas que ofrecen un servicio de vía rápida a los automovilistas, sin embargo la opción que dejan a los que prefieren el servicio antiguo (por el que también pagan a través del "permiso de circulación") . Es inferior a lo que había, es mucho más complejo que lo original, o simplemente no existe (como es el caso de los viajeros que sólo cruzan por Santiago y deben pagar casi obligatoriamente por pasar las autopistas).

En estos términos, hay que recordar que el crecimiento económico tiene un impacto sobre la realidad, el ejercicio de poner un nombre o renombrar para que calce con la regla del dinero genera una "perdida", un "gasto" o un desecho. Curiosamente hoy, se despierta una conciencia distorsionada de estos impactos del crecimiento y se ha instalado a través de la amenaza casi terrorista del "calentamiento global", una palabra de moda que intenta operar basado en el "medio ambiente" y que en su integración con la economía ha generado una nueva regla para medir, ésta vez la de la "huella de carbono".

Finalmente, hoy, ecología y economía se dan la mano, pero sigue siendo la economía que imponga sus reglas. quizás lo único que verdaderamente tiene en común, son la fuerza para imponer palabras de moda y su interés por lo "verde".

martes, 24 de mayo de 2011

El poder de nombrar (parte 2)

Huelo sangre mientras caigo. Mi vista se nubla por el humo. Escucho tambores en el aire, el frío se cambia por un calor intenso a petroleo y carbón. Se siente la perdida de la inocencia. Silbidos explotan a mi alrededor. Se me irritan los ojos, así que sólo los cierro y escucho, escucho las palabras.

Escuché que las palabras se ponen de moda en las bocas de los seres humanos, que reflejan sus creencias y sus explicaciones, también lo que ven. Escuche también que las palabras generan sistemas de creencias que aveces entran en conflicto o se declaran la guerra.

La guerra de los nombres: palabras en boga.

La palabras de moda, que "vienen de" o "se transforman en" sistemas de creencias son marcos explicativos de la realidad. Esas palabras, como todas las palabras, se apropian de la realidad y le dan determinado orden y lugar dentro del mundo. Es por ello que encontrar puntos de acuerdo, cuando las palabras de moda provienen de creencias muy profundas y completamente diferentes, resulta imposible.

En la política, el conflicto de palabras es muy claro, pero también en disputas distintas. Muchas veces crear insultos y ponerlos de moda genera una rivalidad manifiesta. Por ejemplo, la "garra blanca" intenta cambiar la representación de sus adversarios poniéndole sobrenombres como "madres" a los de la U y "monjas" a los de la U católica. Así se construye un perfil denigrando al rival y se incorpora el sobrenombre-insulto, negándole el ser llamado por su propio nombre.

Otras rivalidades son más ocultas. La rivalidad dentro de una profesión o disciplina puede tomar ribetes oscuros. Muchas escuelas de pensamiento rivalizan para poner sus palabras de moda, muchas veces sin siquiera argumentar lógicamente sobre los criterios del adversario. Las teorías (que podríamos llamar un conjunto organizado de palabras de moda) pasan de temporada.

Una singular rivalidad teórica toma pie en nuestra época.

Se dice que existen dos eventos en la historia que han conmocionado a la humanidad. El primero fue la revolución neolítica y con ello el origen de la civilizaciones y la agricultura intensiva. El segundo es la revolución industrial, lo que significó el surgimiento de nuevas disciplinas para explicar el evento en sí. La "economía política" se desarrollo a partir del libro de Adam Smith, "La riqueza de las naciones", de ahí en adelante se plantea la fe sobre el crecimiento económico basado en la industria y el mercado autoregulado. En la misma época Karl Marx realiza una crítica al proceso de industrialización y a lo que él llamó sistema capitalista.

Tanto Smith como Marx se dieron cuenta del papel que estaba tomando la economía en la vida de la Europa del siglo XVIII, sin embargo ambos en su análisis extendieron las propiedades de la economía para explicar la historia completa de la humanidad. De este modo, los análisis de estos autores (ciertos o no) generaron muchas palabras de moda, que fueron rápidamente incorporados por quienes se inscribían con las teorías de uno u otro autor. Las bocas se llenaron de las palabras "libre mercado", "competencia", "oferta y demanda", "mano de obra", pero también "clases sociales", "trabajador asalariado", "lucha de clases", "revolución", "burguesía".

Estas palabras de moda generaron un conflicto intenso y surgió otra palabra de moda para describirlo: "guerra fría". Todo el mundo entonces se explicaba por "la guerra fría". La batalla sobre la economía y cómo debía organizarse la fuerza industrial llevó a encarnizadas luchas, no sólo en palabras, sino también de sangre. Los argumentos en América Latina representaban palabras fuertes como "igualdad" y "justicia social" por una parte; y "libertad" y "democracia", por otra. Finalmente, esos valores se sepultaron bajo otras palabras de moda: "autoritarismo" para los "rojos"; e "imperialismo" para los "gringos".

Creo que ese tiempo sólo puede resumirse en una notable frase del economista J. K. Galbraith, hecha de frases hechas (citando a Marx): "Bajo el capitalismo es la explotación del hombre por el hombre; bajo el comunismo, justamente lo contrario".

Ambas explicaciones, teorías, palabras de moda, se enfocaron en abarcar toda la realidad bajo un sólo rotulo "economía" o "modos de producción". Buscando la respuesta completa sobre uno de los términos más complejos a los que el ser humano a tenido que ponerle nombre...nosotros mismos. Para lograr convertirse en "la" explicación, se invirtió en muchas materias: arte, ciencia, deportes, también en balas y espionaje. Se traicionó los principios que se postulaban (La Unión Soviética se volvió jerarquica y los países capitalistas atentaron contra la libertad con torturas y subvenciones). Sin embargo esta guerra tuvo un absoluto ganador, en un caso u otro...

martes, 17 de mayo de 2011

El poder de nombrar (parte 1)

Caigo de nuevo duros metros, el viento esta frío y desgarra la piel de mi rostro, seca mi nariz y mis labios, anula mi sentir. Cierro los ojos, me ensimismo. ¡Me detengo en seco!. El frío se detiene también, la vista se fija en un punto clave, un trozo de hielo que me acuchilla las pupilas. Sólo el calor de mi mirada derrite el dolor, entonces observo.

Ya noté que ver y creer son la misma cosa y que observar es mi remedio para ver más. Supuse que tal remedio servía para todos los sentidos y me recordé de uno más al que curiosamente llaman "tacto", yo le dije sentido social, simbólico. Sobre eso me detengo, examino con cuidado las vivencias que son mi vida. Mi vida es y será la referencia, mi experiencia da forma a mis reflexiones.

Las palabras de moda: cómo nombramos nuestro mundo

El sentido simbólico toma fuerza y cuerpo en el idioma. Cuando hablamos lo hacemos con palabras, nunca inocentes. Los lingüistas se desgastan en estudiar las lenguas, pero de repente se ignoran del análisis a las palabras, solitarias palabras. Siempre me ha causado curiosidad las palabras de moda. Podríamos decir que son palabras o frases hechas que salen en boca de muchos y que en el futuro, ya nadie recordará como era la forma en que decíamos. Hay muchas palabras de moda que contribuyen y manifiestan nuestras creencias, y como dijimos alguna vez, también lo que vemos.

He visto como en Chile era fácil saber que pensaba una persona por las palabras que usaba. Si las palabras de moda eran "momio", "facho", "compañero", "trabajadores", "igualdad", "lucha", "clases", otras personas ponían de moda "resentidos", "comunistas", "colega", "libertad", "capital". Luego se agregaron palabras como "golpe militar", mientras que otros sumaban "pronunciamiento". Mientras otros gritaban "dictadura", otros decian "democracia protegida".

No sólo de esa política se podía saber con las palabras, la otra política también se sabe. Cuando la gente organizaba un "cahuín" (fiesta en mapudungün) era divertido, bien distinto que los más agresivos "malones" (invasiones mapuches o fiestas de los 60), pero mejores que las "fiestas", aunque me quedo con los "carretes"(fiestas o salidas nocturnas actualmente), que espero no lleguen a ser "party", aunque sean sólo de pijamas. En esta otra política puedes saber de donde vienes, si dices "pe", "po" o "pues", "sos" "sois" o "soi". Suficientemente claro para definir estrato social a través del tiempo: "roto", "kuma" o "flaite", si se te discrimina por "pobreza"; o "pelusa", "cuico" o "pelolais", si la discriminación es por "riqueza".

El dr. Maturana dijo, de la manera más compleja que pudo, que los seres humanos nos movemos entre redes de conversaciones, muy probablemente entre palabras de moda. Él pensó que ésta realidad abarca incluso a las profesiones, diciendo que un oficio o profesión no es otra cosa que hablar sobre ciertos temas con ciertas palabras.

Cada profesión o disciplina se constituye a sí misma como un "sistema de creencias", esto es igualmente valido tanto para oficios religiosos, como para los científicos. Los matemáticos llaman a estas creencias, axiomas. Gödel demostró que todo planteamiento matemático es un multiplicador de los axiomas originales, es decir, la última explicación matemática de todo cálculo será siempre el axioma original. Por tanto no se puede explicar nunca el axioma original. Esto es lo que pasa efectivamente con cada profesión, ciencia, filosofía o religión. Los postulados básicos sobre los que se construyen los conocimientos son creencias difícilmente demostrasbles. Por ejemplo, el cristianismo se convirtió en una filosofía muy lógica gracias a la teología, sin embargo era requisito primero creer en axiomas como "Obra de Dios" "Espíritu Santo" o "milagro", cosas que nadie puede ver o comprobar. La física cree a su vez en propiedades como "gravedad", "carga electromagnética", " carga sabor" o "carga color"  (Sólo existe una descripción de estas propiedades, no una explicación), la diferencia quizás radica en que se basan en la experimentación.

Esto no hace que un sistema de creencias sea más o menos cierto que otro, simplemente sus axiomas describen cosas diferentes. Son conversaciones diferentes, con palabras diferentes (y probablemente también "consensos" sobre esas palabras diferentes).

Sin embargo estas redes de conversaciones, estas palabras de moda,  suelen tener problemas entre ellas, así como las palabras políticas de moda, también se enfrentan en algunos conflictos, probablemente para convertirse en el "consenso"...

lunes, 9 de mayo de 2011

Los Perdido

Sentose a imaginar. Imagino un mundo perdido y no resuelto, en que el fin no estaba claro y los personajes eran re-sueltos. La narración no era fina y la trama era tan fina, tan delgada, que se translucía el desenlace, que ninguna implicancia tenía para el lector, ¿o veedor?.

El público asistente, tras una larga cátedra de adiestramiento para entender la obra, se acerco a la exhibición del texto cercado. Decían los especialistas que la formación de audiencia era tender un puente o prestar una escalera para saltar el cerco. Se saltaron ellos la sensación de todo el mundo allí, de que habían llegado tarde a la conversación entre ellos, el público, y los intelectualizados artistas.

¡Había que ser artista para entender! Pero sólo se requería ser persona. La confusión fue toral, quizás porque no habían personas en la fusión de público y artistas. - Total, decían los expertos de la política cultural, la cosa es que vengan, no que entiendan-.

Pero la cosa de los artistas era esa, sentir y sentir la confusión. Los artistas salieron sintiéndose incomprendidos; los espectadores honestos, un poco más ignorantes; los disfrazados y farsantes, estirando un poco más el cuello y escribiendo su propia historia en que salían gloriosos; y los políticos culturales, declarando el éxito del adiestramiento.

Éxito rotundo, todos sintieron lo que querían.

Más tarde, ese mismo día, la gente se sumió en alcohol, el mayor adiestrador que jamás será superado por político cultural alguno.

Los artistas ahogaron su incomprensión, el público, aun confundido, se dividió en el amplio espectro del fragmentado mercado de bares a comentar lo acontecido (y a ahogar la incomprensión o alimentar la ficción del relato glorioso) y los políticos  celebraron que todo salía según lo planeado, de lo cual lo único realmente planeado era la efectiva distancia en la altura atmosférica que le permitía dicho aparato y la realidad de lo sucedido.

Creo que al final de cuentas un grupo se volvió al mundo en que todos son rudos y salvajes posmodernos y que lloran con nostálgicas canciones románticas de los años cincuenta. En ese lugar es fácil confundir el miedo con la expectación y esperanza aventurera, el momento de unificación y lagrimas. Cuánta gloria acaramelada en la nostálgica sensación de un caos bien justificado intelectualmente.

Finalmente, aquel grupo, fue asaltado por tanto pandillero sentimentaloide y, aprovechándose de la situación, la duda carroñera devoró sus mentes. ¿No eran acaso todos esos pandilleros hijos de Nietzsche? Demoledores, corrosivos, genealógicos, arqueológicos, deconstructores del caos? ¿Qué pretenden con su acción anárquica, desvertebrando las palabras de sus significados con sendos martillos machacacráneos? Si la energía del universo tendía al caos, ¿No eran sino ellos catalizadores entrópicos, con fin de canalizar los caminos del desorden, no tienen sino por principio el desorden y por método la anarquía de la regresión psicoanalítica, la formula historiográfica? Como todo deconstructor, no puede demoler el martillo con que destruye el universo, no puede contra su propia religión profética con que avala su programa político, su ciencia. Sus martillos no demuelen, esculpen, son artistas. Expresan sus reprimidos impulsos de construcción de su ego frustrado, cuestionan lo que les fue negado por otros o por ellos mismos. Sólo se salvarán aquellos que lo hagan por insuficiencia, cuyos espíritus sean más grandes que el mundo que deconstruyen (esculpen) y su escultura sea más gloriosa que la roca en la que fue tallada. Lo demás sólo son berrinches de de niño estimulados por el grupo, grupo que aún yace en la vereda violado por palabras de falsa rebeldía.

domingo, 8 de mayo de 2011

Planeando el Mundo

Respiro, tomo una pausa y respiro. La altura no me marea, el vértigo es cosa distinta. La luz me nubla la vista y las nubes me aclaran el paisaje, son mi punto de referencia. ¿Cómo referirse a una nube? ¿Cómo darle forma? Son como una idea, un sentir. Respiro las nubes y vuelvo a lo que supongo es mi esencia más básica, me siento en casa, en paz, en mi atalaya para mirar, ¿torre de marfil quizás?.

Entonces me lanzo. El aire silva en mi cara, caigo metros, entonces, repentinamente, planeo todo el mundo. Sobrevuelo el cielo, soy como un ángel recogido. Demasiado bajo y feo para haber nacido ángel, suficientemente vivo y atrevido para inventarme el cuento de que soy uno. Quizás la vida es como una caída libre, que de libre sólo tiene la caída, pues sólo podemos avanzar en una inevitable dirección. Al caer empezamos viendo todo lejano, nublado, pero en la medida que el suelo se acerca lo vemos todo más claro, y sólo ahí cuando es todo claro, ya es demasiado tarde.

Por eso planeo, para evitar caer, para tomarme un momento, construir un piso menos en mi atalaya, detenerme unos segundos a mirar, a contemplar. El placer de contemplar es la máxima distinción, si no podemos hacer eso, entonces hemos perdido toda humanidad y más vale no oponer ninguna resistencia al aire.

Acá, al comienzo de mi caída, hago mi primera pausa y por primera vez observo y contemplo. Mi primera observación es mi observación. Hago entonces mi declaración política, expongo mi ontología, manifiesto mi epistemología, planteo mi doxología:

Mirar y no ver; Creer y ver; Observar y contemplar.

La sutil diferencia entre mirar y ver es que la primera es un acto; y la segunda, un logro. Mirar es el simple acto de dirigir la mirada o la visión hacia algún punto. Ver es lograr distinguir dentro del estimulo visual, algo reconocible. Mirar es una acción simple; ver es más complejo. Es que "ver" involucra una serie de procesos mentales, pues ver es entender. Una filosofía relacional diría que lo blanco en lo blanco no se puede ver, pues no hace diferencia, no hay una irrupción en el estimulo, por tanto no hay cambios y no puede registrarse ningún evento. Es la relación lo que distingue un algo de otro y es ésta distinción la que podemos ver, lo que significa una clasificación.

El dr. Humberto Maturana y el dr. Francisco Varela investigaron profundamente los intrincados caminos de la visión, intentando conectar el estudio neurosensitivo con los mecanismos cognitivos (como es que conocemos), precisamente porque creían que el ejercicio de ver va más allá del arco reflejo estimulo(vía aferente)-respuesta(centro integrador)-reacción (vía eferente). En sistemas nerviosos complejos como el de los seres humanos, las conexiones nerviosas se complican y enredan  como cables, generando una multiplicidad de posibles reacciones que a su vez estarán determinada por la estructura cerebral previa, vale decir, cada nueva experiencia y estimulo modifica la estructura neuronal, pero a su vez es modificada por las experiencias previas que determinaron la estructura actual al momento de recibir el estímulo. Otra forma de decirlo es que a cada estímulo sensitivo, la etapa de respuesta se complejiza para integrar más información y dar mayor amplitudes o posibilidades de respuesta, tal complejización involucra la incorporación de información o estímulos provenientes de la memoria, lo que es pie para los siguientes niveles de abstracción requeridos en lo que es una nueva toma de decisión. Pero este proceso de abstracción es lo que da origen a el mundo simbólico (realidad completamente abstracta) y que supone un dialogo entre los estímulos sensitivos y las creencias (sistemas abstractos previos). Como quién dijera el huevo y la gallina; el creer y el ver.

Para ver algo es necesario distinguirlo de otra cosa, este proceso se llama clasificación. El modo en que clasificamos las cosas no está dado de por sí, sino que es creado en el dialogo entre lo que miramos y lo que hemos visto, esto es una historia. Para los antropólogos (como yo) esto sería cultura, esto es una determinada forma de entender y clasificar el mundo. Un ejemplo clásico es el hecho de poner nombres a las cosas, por ejemplo los esquimales tienen 11 nombres para el blanco de la nieve, según su tipo, cosas que para un chileno simplemente son invisibles. Así mismo los Barasana en la Amazonía, no distinguen el verde del azul, pues según ellos los arboles y el cielo tienen el mismo origen, es decir, son de la misma categoría.

Ver y creer es un dialogo constante, es decir se relacionan dialécticamente, auto-generándose. Podemos decir que sólo vemos lo que conocemos, pero conocemos viendo. ¿Cómo ampliamos lo que conocemos o lo que vemos?. La observación es el método para integrar nuevos conocimientos, el puente entre mirar y ver.

Para observar hay que contemplar. Pienso que contemplar es sentir, hacerse sensible a los estímulos y dejarse estimular. Es un goce al sentir. Un placer de mirar. Una vez sensibilizados notamos las diferencias más sutiles, aceptamos y queremos, admiramos esas diferencias, comprendemos sus detalles y ahí abrimos el paso a la creatividad y clasificamos. Entendemos, abrimos la mente y abstraemos, le damos nombres a las nubes. Y ahí, en medio de la simbolización de experiencias, desarrollamos un complejo sentido, el sentido social, simbólico, el sentido cultural, el "tacto", el 6to o 7mo sentido.

Interpretamos símbolos, no sólo señales del transito u obras artísticas, también lo hacemos con los demás en nuestras relaciones diarias. Saber interpretar estos símbolos bien, sentirlos y ver en ellos es tener "tacto" y poder observarlo es también posible. Creo que será una buena parada, un buen próximo respiro.